lunes, 31 de marzo de 2014

Mis memorias de grado "Cuando la realidad es irreal"






Fragmento de mis memorias

¿Por qué me metí a hacer arte?

           A veces me pregunto y me preguntan ¿Por qué te metiste a hacer arte? [i]  Y al tratar de responderme me doy cuenta que no hay una única respuesta a esta cuestión.  Me metí a hacer arte porque es de locos y ser loco  debería ser una profesión, porque todo el mundo dice que voy a morir de hambre, pero de algo hay que morir, porque no fui capaz de pegarle a alguien que se lo merecía, porque no encajo en un restaurante de lujo, porque no le digo a mi madre y a mi padre lo mucho que los amo, porque quien maltrate a un animalito no debería vivir, porque no me enfrenté a un profesor que dijo que el arte es solo concepto, porque me deje ganar la silla en el metro, porque siempre es mejor el libro que la película. Me metí a hacer arte porque no se pelear, porque no tengo oficio ni beneficio, porque soy diseñadora de profesión y artista por pasión, porque deseo vengarme de los políticos y policías, porque nací, crecí y conocí el arte. Me metí a hacer arte porque creo que es una manera de hacer fama y dinero, porque si lo hace cualquiera yo también puede hacerlo, porque no se si existo realmente, porque no soy buena para los números, porque no salgo en la tv, porque no quise ser médica ni profesora, porque recuerdo el pasado pero no el futuro, porque odio a la gente y quiero insultarla. Me metí a hacer arte porque necesitaba una excusa para no trabajar, porque me hace sentir superior, porque siempre tengo algo que decir, algo de que quejarme, algo que denunciar. 

     Me metí a hacer arte porque es la manera de uno verse el alma, porque tengo los dientes torcidos y no puedo sonreír en las fotos, porque odio las multitudes y caminar detrás de gente despaciosa, porque vivo con sueño y sueño con cumplir mis sueños, porque todos los feos son artistas o asesinos y no soy capaz ni de matar una mosca, porque para ser artista hay que estar loco, porque tengo miedo de tener una vida común, porque a veces sólo tomo decisiones estúpidas, porque no quiero tener hijos, porque me gustan más los cachorros que los niños, porque no soy fotogénica pero se ilustrar, porque no tengo dinero, porque vivo en un estado de desorden creciente, porque no hay emociones, porque en mi casa no hay tele y la radio se averió, porque el vecino es inalcanzable, porque tengo miedo a lo real y por eso evito los espejos. 

    Me metí a hacer arte porque lo bueno siempre es malo, porque es mejor visto matar al autor que robar derechos de autor, porque odio cuando las personas se deshacen de los animales como si fueran objetos, porque amo a un hombre y éste ama a otra, porque para hacer arte hay que escribir, para escribir hay que leer, para leer hay que salirse de la realidad y para ser irreal se debe ser artista, porque nadie sabe como me llamo, porque soy dispersa, porque no hay ilusiones ni luz al final del túnel, porque no soy social pero para eso tengo las redes sociales, porque mi mente esta loca, porque no tengo valentía para saltar, porque no quiero el esposo feo que merezco, porque tengo miedo de morir sin haber sido “alguien”, porque no tengo amigos ni fortuna, porque no quiero crecer, madurar, ni mucho menos ahorrar para mi vejez, porque no quiero tomarme la vida en serio, porque sí, porque me atasco entre una y otra intención, porque mi verdadera realidad es irreal. No es que me disguste la realidad, es sólo que prefiero la irrealidad.

    Me metí a hacer arte porque me sirve para soñar lo que deseo. Lo bueno es que después de hacerlo me siento irreal, pero nada ha cambiado, todo sigue en su sitio. Lo bueno es que el arte cura mis instintos asesinos, aunque matar un torero sigue siendo mi objetivo utópico. Lo bueno es que el arte sirve para vivir en mi mente. Lo malo es que el arte lo han convertido en puro discurso conceptual.

    Me metí a hacer arte para ser parte del mundo de los imaginarios, para ser un ser real que insiste en ser irreal, para no despertar y seguir siendo imaginaria, porque imaginar es mentirme, porque la realidad es lógica y plana, me metí a hacer arte para darle color a mi vida, porque el arte me da una verdadera vida y así es como funciona. Me metí a hacer arte para dejar de sentirme oprimida por el contexto pero terminé oprimida por el concepto.

    Me metí a hacer arte porque busco crear mi realidad a partir de otra ya existente que idealiza mi cotidianidad, porque sin arte la vida resultaría muy árida, porque juego con la percepción, la locura, el yo animal y la felicidad subjetiva. Me metí a hacer arte para mostrar lo irreal como algo cotidiano y común.

    Me metí a hacer arte para darme cuenta que amo hacer arte, que mi vida sin arte no es vida, me metí a hacer arte porque me creo real, porque a través del arte creo mi realidad en un mundo paralelo hecho de animaciones y personajes basados en mi propia vida como artista, porque cada personaje tiene diversas personalidades e identidades que interpretan temas tan cotidianos e irreales como la realidad, me metí a hacer arte porque es una manera cotidiana de contemplar y reinterpretar el mundo, me metí a hacer arte para dar a entender una historia, una narración, un drama, una sátira, una metáfora, porque esto lo ha de intuir el espectador. Me metí a ser real para sacar excusas con las que me justifico cuando creo haber tomado la decisión incorrecta. Me meteré a ser real cuando crea en el camino del aprendizaje, de la madurez, de la experiencia, la fe, cuando crea que todo ocurre porque nuestro destino está prefijado, cuando ansié soñar con aquella decisión que nunca tome y que pudo haberme cambiado la vida. Me metí a hacer arte porque cualquier probabilidad me cambia, me transforma, me hacer ser.  

    Me metí a ser irreal porque  la realidad es una puerta a otro mundo, un lugar mental o espiritual que no puede ser definido ya que es diferente para cada uno, me metí a ser irreal porque la irrealidad no juzga, no predice, no predispone, no idealiza, no pretende, no engaña, sólo nos invita a que seamos simples observadores.

    Me metí a ser irreal porque no puedo volver atrás, porque es difícil elegir, porque tengo que tomar la elección correcta. Me metí a hacer arte porque mientras no escoja, todo es una posibilidad. Yo me metí a hacer arte porque amo ser irreal.

 


[i] Basado en la novela de Medina Reyes, Efraim, “Erase una vez el amor pero tuve que matarlo” (2003). Colombia: Editorial Planeta.